¿qué piensas?- preguntó con curiosidad.
Alcé la vista a esos profundos ojos dorados que me turbaban los sentidos y, como de costumbre, respondí la verdad:
-Intentaba averiguar qué quieres.
-¿Y has tenido fortuna en tu búsqueda?- inquirió con desenvoltura. -No demasiada- admití.
Se rió entre dientes. -¿Qué teorías tienes?
Me sonrojé. No había forma de admitir aquello.
-¿No me lo quieres decir?- preguntó ladeando la cabeza con una sonrisa terriblemente tentadora.
Negué con la cabeza. -Resulta demasiado embarazoso.
-Eso es realmente frustrante, ya lo sabes- se quejó.
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