la infancia

cuando era chica, y hasta los dieciocho años, viví en una casa, en un pasaje, en un barrio muy tranquilo donde para ver un edificio tenía que caminar al menos diez cuadras. el año pasado me mude a un edificio, entre dos avenidas, en el centro del barrio. cambio rotundo si los hay.

al principio sentía como si estuviera de vacaciones. después, como pasa con todo, me terminé acostumbrando. haberme hecho habitué del trafico, el ruido, los edificios y la gente en multitud me hizo valorar algunas cosas que antes ni pelota les daba. y son estas:

1- el sonido del afilador de cuchillos, el que lo escuchó simplemente sabe de qué hablo. el que vivió toda su vida en departamento probablemente no tenga idea, para los que no saben, acá un video

2- jugar en la calle todo el día y gritar cuando pasaba un auto (uno por hora, mas o menos)

3- saludar a todo el mundo por que en el barrio todos se conocen

4- que te fíen sin importar el precio

5- el sonido de la cigarra, lo extraño muchísimo. también el de 'bicho feo, bicho feo'

6- la vereda angostita, que me hacía caminar siempre por la calle

7- la cantidad de verde; árboles enormes cada casa, plantas, placitas. si no fuera por que tengo plaza misericordia en frente, no vería verde en muchas cuadras a la redonda.

8- el sonido de los skates por la calle como algo súper normal.
9- el sol todo el tiempo.
10- la privacidad. odio escuchar absolutamente todo lo que hacen o dicen mis vecinos y también odio tener que rescatarme con el volumen de la música, no poder andar en bolas en mi propio cuarto (todavía me cuesta horrores acordarme de bajar la persiana), cuidarme con las conversaciones y todo eso.
11- salir a la calle sin tener que abrir tres puertas primero
12- mis abuelos, mi perro Timoteo, mi vecina Julieta, mis vecinos, las flores de las casas, los perros de los vecinos, los gatos caminando por cualquier lado, mi cuarto enorme, mi biblioteca y mi piso de madera. basta. dejo de quejarme. ojala no se hayan aburrido a mitad del post y lo hayan dejado de leer.