El tiempo no había conseguido inmunizarme contra la perfección de su rostro y estaba segura de que nunca sabría valorar lo suficiente todos sus aspectos. mis ojos se deslizaron por sus pálidos rasgos: la dureza de su mandíbula cuadrada, la suave curva de sus labios carnosos, torcidos ahora en una sonrisa, la linea de su nariz, el ángulo de sus pómulos. Dejé sus ojos para lo ultimo, sabiendo que perdería el hilo de mis pensamientos cuando me sumergiera en ellos. Eran grandes, cálidos, de un liquido color dorado, enmarcados por unas espesas pestañas negras. Me noté ligeramente mareada, pero quizás esto se debió a que había olvidado de seguir respirando. Otra vez.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment